Apuntes colectivos sobre el Curso “Race and Cultural Diversity in American Life and History” (University of Illinois)

Miriam Gracia Berges
Belén Ballesteros Velázquez
Alberto Izquierdo Montero

Casi al inicio del confinamiento, concretamente el 21 de marzo (Día Internacional contra el Racismo) compartíamos en este blog una entrada referida al racismo en tiempos de coronavirus. Ya entonces podía observarse un tratamiento racista respecto al origen del virus en China, después pudimos ver cómo el virus se cebaba en los barrios más desprotegidos y con quienes necesitaban salir a la calle para tener ingresos a diario¿cuánto de social y político tienen los desastres naturales…?. Y  luego llegó el asesinato de George Floyd y las manifestaciones de hartazgo frente al racismo institucional, así como otros tantos asesinatos con cobertura mediática racista a este otro lado del Atlántico…, a los que se han sumado otros tantos. Todo ello, además, en un contexto en el que los populismos xenófobos tratan de aprovechar la situación de emergencia para imponer sus agendas políticas basadas en la ilusión “nativista”.

Mientras tanto, Belén y Alberto realizábamos el Curso “Race and Cultural Diversity in American Life and History”, impartido por el profesor James D. Anderson (University of Illinois) mediante la plataforma Coursera. Fue una recomendación de Miriam, quien lo había cursado cuatro años antes. Nos pareció interesante y provocador, facilitando repensar ciertas cuestiones con ópticas más complejas que nos permiten comprender ciertas situaciones que -como hemos mencionado- se dan en nuestros días…. En este sentido, compartimos a continuación unas breves reflexiones sobre el curso, centrándonos en la idea de la raza como una ilusión que acaba siendo tangible en sus vivencias cotidianas, a partir de la actividad de auto-reflexión con la que casi arrancaba el curso, y rescatando también algunas ideas sobre las posibilidades del concepto “ethnoburb/etnoburbio” como herramienta útil para pensar acerca de algunas cuestiones de los sistemas educativos. Por último, compartimos algunos enlaces a recursos ofrecidos en el curso que nos han parecido interesantes.

 Desde la actividad de auto-reflexión… (Miriam)

Con la primera actividad del curso se nos animaba a reflexionar acerca de nuestra propia identidad. Durante el proceso se iban perfilando las similitudes entre los conceptos de identidad y cultura: no existe una sola, no es estática y todos aquellos aspectos que no encajan con lo que establece el canon hegemónico nos generan rechazo.

Lo más adecuado probablemente sería hablar de “identidades”, puesto que la pluralidad del individuo es uno de los aspectos que más rápidamente afloran si analizamos detenidamente quiénes somos. Siendo conscientes de que cada una de nosotras es la suma de muchas, y que todas ellas están, a su vez, en continuo cambio, resulta complicado seguir utilizando etiquetas que nos reduzcan a un puñado de adjetivos que supuestamente nos acompañarán toda la vida. Y, si lo pensamos bien, si es imposible utilizar patrones rígidos para referirnos a una sola persona, ¿cómo va a funcionar si hablamos de todo un grupo que comparte una serie de rasgos culturales, ya de por sí dinámicos?

Por otra parte, todas hemos escondido y reprimido partes de nuestra identidad que no se adaptan a lo hegemónico. No sólo construimos la otredad entorno a lo que nos es desconocido o ajeno, sino que también rechazamos aquellos rasgos propios, en muchas ocasiones no elegidos, que se salen de la norma establecida.

A través de este proceso de auto-reflexión resulta más sencillo comprender los procesos sociales que desencadenan comportamientos racistas y xenófobos: si somos capaces de etiquetarnos, reducirnos y deslegitimar ciertas partes de nosotras mismas con tanta facilidad, no sorprende comprobar que, como sociedad, seamos capaces de hacer lo mismo con todas aquellas personas que estructuralmente se nos presentan como la suma de todas estas partes.

Entoburbios y segregaciones en el sistema educativo… (Belén)

Conforme avanzaba el curso, el profesor Anderson compartía ejemplos de investigaciones que evidenciaban el racismo existente en las relaciones sociales, tanto en el ámbito cotidiano como a nivel institucional. Las experiencias dieron pie a un debate en torno al concepto y vivencia de raza: ¿la cuestión de raza va a desaparecer o seguirá afectando el lugar donde vivimos, cómo vivimos y nuestras relaciones con nuestros vecinos? 

Para ello, presentó algunos estudios realizados en “etnoburbios”, definidos como comunidades urbanas donde la mayoría son habitantes de determinados grupos étnicos. Estas investigaciones centraron su interés en grupos étnicos acomodados y exitosos. Citó como ejemplo el trabajo realizado por Enjeti en un barrio de las afueras de Atlanta, John’s Creek, convertido entonces en una zona predominantemente asiática. Según llegaron los nuevos vecinos asiáticos, la población blanca se redujo drásticamente a la mitad, llegando a representar menos de la cuarta parte del vecindario.

El ejemplo me sirvió para iniciar un estudio sobre racismo en trayectorias escolares de “éxito”. Localicé historias de vida de estudiantes universitarios de la etnia gitana que actualmente cursaban diferentes carreras: Trabajo Social, Derecho, Magisterio, Medicina… Siendo “buenos/as estudiantes”, ¿reconocían la escuela como posible espacio de segregación? Muchas de sus respuestas ponían de manifiesto experiencias de discriminación relacionadas con expectativas del profesorado y con formas de socialización en el entorno escolar.

Una etiqueta aislada -asiático, gitano…- sigue movilizando prácticas de racismo. Posiblemente, tan sutil e invisible para otros que crece mayormente el peligro de proyectarlas como mecanismo legítimo en las dinámicas sociales. Nuestro reto contempla identificar estas prácticas, comprender cómo se producen y cuáles son sus consecuencias, así como proponer medidas de denuncia y acción que permitan acoger y poner en valor la diversidad.

 

Algunos recursos ofrecidos en el curso (en inglés):