El debate reanimado en los últimos meses (o años) sobre la conveniencia de un Estado fuerte o individuos aislados siempre recorre la historia del pensamiento. Los más grandes filósofos desde la Antigua Grecia a la actualidad nos han legado tratados que afrontan en toda su complejidad la relación individuo-Estado, la legitimidad de la justicia y sus fundamentos, el ejercicio de esta, los reversos de la práctica del poder y los micropoderes. A lo largo de los años la mutación de los sujetos reconocidos como ciudadanos (desde los hombres libres a los barones propietarios hasta alcanzar la más que asediada Declaración universal de los derechos humanos). ha tenido importantes implicaciones en el ejercicio de la justicia.
La cinematografía no se ha quedado al margen y desde muy diferentes planteamientos encontramos grandísimas películas que analizan este ejercicio al margen de los canales de los que la sociedad se ha dotado. Aunque serían casi infinitas las películas en las que podemos rescatar qué sucede cuando el pueblo no cuenta con un Estado o prefiere impartir “justicia” de manera directa sin ceñirse a los procedimientos, no vamos a referirnos a géneros en sí mismos como puedan ser las películas, por ejemplo, de la mafia (sociedad dentro de las sociedades y Estado dentro del Estado) ya que sería interminable.
Empezamos con una selección de películas en las que una turba de personas decide tomarse la justicia por su mano. La primera película americana de Fritz Lang, Furia, abre nuestra propuesta. A Joe Wilson un viaje le lleva a un lugar desconocido donde acabará encarcelado por un delito que no cometió. Los vecinos, amotinados, provocan el incendio de la cárcel y dan por muerto al forastero. Sin embargo, Wilson consigue sobrevivir y, entonces, intentará vengarse haciendo que sus potenciales asesinos corran el mismo peligro del que él escapó milagrosamente.
En La jauría humana, su título original en inglés es The Chase, dirigida por Arthur Penn. El preso Robert Redford se ha escapado de la cárcel y su huida le lleva de regreso a su pueblo. El sheriff Calder (Marlon Brando) tiene la obligación legal de atraparle y devolverle para que siga cumpliendo una condena que la justicia le impuso de manera injusta. Serán muchos los que en el pueblo consideren que ellos mismos pueden imponerle un escarmiento. El sheriff y su esposa (Jane Fonda) serán los únicos que no formen parte de la desatada jauría. Calder se jugará la vida por cumplir con el deber. Héroe al que cantarán las tragedias pese a que poco antes se lamentaba de su mala fortuna porque «Algo habré hecho mal para que todo el mundo piense que puede comprarme«.
Similar diatriba encontramos en El incidente Ox-Bow de William A. Wellman. Gil Carter (Henry Fonda) llega a una pequeña población del oeste en busca de su antigua novia, acompañado por un amigo y su llegada coincide con el asesinato de un conocido ranchero. En este caso no hay sheriff, no existe ningún representante del estado responsable de iniciar una investigación policial que, en caso de concluir con pruebas suficientes, abra la vía judicial. Sin cauces legales establecidos que protejan los derechos de un sospechoso, un grupo de linchamiento se autoeregirá en justiciero.
Un plano que funcionada como una pizarra en horizontal en la que se hubieran trazado las líneas delimitantes de los edificios de un pueblo llamado Dogville es toda la escenografía de la película dirigida por Lars von Trier. Sus habitantes deciden acoger a una recién llegada Nicole Kidman para ocultarla de sus perseguidores, inicialmente durante un periodo de prueba de dos semanas. Grace en ese tiempo les ayudará voluntariamente en sus trabajos, aunque los pueblerinos no parecen necesitarla. Sin embargo, pronto la actitud de la comunidad cambiará. La “migrante” Grace no tiene a dónde ir y ha quedado en una situación de extrema vulnerabilidad desprovista de derechos. Los habitantes de Dogville son impunes ante cualquier acto que cometan sobre ella y ésta además parece perdonar y justificar cualquier acción de los demás, eximiéndoles de toda responsabilidad en su proceder.
Lars Von Trier nos mostrará hasta dónde puede llegar el ser humano cuando es impune. Cómo podemos abandonar nuestros principios y traspasar límites que nunca pensamos que seríamos capaces. En Dogville ni siquiera tendrán que justificarse diciendo que nada sabían de lo que sucedía o que sólo daban órdenes para mover trenes1. La complejidad y profundidad de las metáforas, simbolismo, analogías, etc., dotan a esta película de una extrema capacidad para hacernos reflexionar sobre la psique humana, el ejercicio del poder, las dinámicas amo-esclavo, o los fundamentos de la ética.
La novela de William Faulkner (en este pueblo en el que hay verdadera devoción por Faulkner2. Intruso en el polvo no fue plagiada sino adaptada al cine en 1949 por Clarence Brown. Si bien en inglés llevaba el mismo título de la novela3, en España se estrenó como Han matado a un hombre blanco. Ambientada en un pueblo del sur de Estados Unidos, su protagonista es un adolescente que asiste a la detención de un hombre negro llamado Lucas acusado de haber disparado por la espalda a un blanco. Justo antes de entrar en la comisaría, Lucas le pide al muchacho que su tío John sea su abogado. El tío John es un hombre recto de ideas más liberales que la mayoría de la población, quienes quieren linchar a Lucas por el crimen cometido.
Brown evita los grandes discursos y los mensajes demasiado obvios, y en su lugar opta por una fiel ambientación sureña en el que el racismo está impregnado en la piel de los personajes del pueblo de manera natural. Tan natural como ir a la cárcel a linchar a un negro acusado de asesinato sin dejar que la justicia se encargue de él.
Mystic river. La película dirigida por Clint Eastwood, cuyo guión se basa en la novela homónima de Dennis Lehane, autor que no será uno de los premios Nóbel más brillantes de la historia de la literatura, comienza en la década de los 70 presentando a 3 niños amigos jugando en la calle. Uno de ellos subirá a un coche y su vida cambiará para siempre, pero también la de sus amigos que no podrán olvidarlo. Cuatro décadas después, esos niños adultos vuelven a verse unidos por otro trágico acontecimiento. Dos de ellos se han convertido en familia política al haberse casado con dos primas. El tercero aparecerá para ejercer su profesión: detective de homicidios. Los actores Sean Penn y Tim Robbins salieron con sendos premios Oscar a mejor actor principal y mejor actor secundario respectivamente. Ninguno de los dos son de esos premios que transcurridos 30 años nadie entiende por qué se dieron.
Saltamos al Largo y cálido verano4. No es la mejor película de una pareja5 que conjuntamente era en la pantalla más y mejor que un bistec6, pero el centenario del nacimiento de Paul Newman bien merece esta mención. Ben Quick llega a un pueblo de Misisipi expulsado de una población cercana al ser acusado de haber provocado un incendio. Con una maleta como única posesión, pronto será contratado por Will Varner (Orson Welles), patriarca déspota y dueño y señor del pueblo. Los habitantes asistirán al rápido ascenso de un joven trabajador que encandila a las señoras con su encanto y buenas maneras y levanta todos los recelos entre el género masculino. Celos, la posesión, la valía, sometimiento psicológico y otro montón de tormentos humanos van in crescendo durante la película avocándola a un desenlace dramático mal enderezado a última hora.
Todas las películas propuestas hasta ahora presentan elementos comunes. El foráneo, el extranjero, el delincuente, el negro, o el débil es estigmatizado como el otro no miembro de nosotros (los del pueblo, los nacionales, la mayoría, la normalidad aceptada). No es Uno de los nuestros. Esto facilita que sea señalado como culpable.
Para finalizar, vamos a mirar el problema desde otro punto gracias a una obra maestra: Los siete samurais7. La película de 1954 dirigida por Akira Kurosawa nos sitúa en Japón en el Siglo XVI donde una aldea de campesinos indefensos es saqueada recurrentemente por una banda de forajidos. Aconsejados por el más anciano, unos aldeanos acuden a la ciudad para contratar a un grupo de samuráis que los proteja. A pesar de que el único salario que pueden ofrecerles es comida y techo, 7 samuráis muy diferentes se van incorporando uno a uno al singular grupo que finalmente se dirigirá a la aldea. Con sencillos detalles Kurosawa imprime humanidad a todos los personajes, muestra lazos de verdadera amistad, lealtad, y solidaridad, entre otros grandes valores, sin caer en lo estereotipado, hasta lograr hacer justicia en una situación de manifiesto abuso.
El pueblo no podía salvar al pueblo. La aldea no pertenecía a un Estado que responda colectivamente para ayudarles. Requieren acudir a profesionales, pero no disponen de recursos para contratar el servicio. No dejemos en mano del azar las vidas de cualquier aldeano.
- 1 Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. ↩︎
- 2 En la película de José Luis Cuerda Amanece que no es poco (1989) se hubiera permitido el plagio de cualquier obra, pero de Luz de agosto de William Fullner, con la devoción que el pueblo siente por el autor americano, es una extravagancia que no se puede tolerar. ↩︎
- 3 Intruser in the dust ↩︎
- 4 The Long, Hot Summer (1958) de Martin Ritt, cuyo guión también se basó en relatos de Faulkner: https://www.espinof.com/criticas/especial-paul-newman-el-largo-y-calido-verano-de-martin-ritt ↩︎
- 5 https://www.revistavanityfair.es/cultura/entretenimiento/articulos/mujer-paul-newman-joanne-woodward-vida-hijos/43617 ↩︎
- 6 Referencia a la metáfora machista que Paul Newman utilizó para referirse a la fidelidad de Woodward: https://www.esquire.com/es/actualidad/cine/g43055921/joanne-woodward-fotos-paul-newman-filete/ ↩︎
- 7 Shichinin no Samurai por su título original ↩︎
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