Oscar Wilde, Bram Stoker y un triángulo amoroso

El romance

Beatriz Tejada.

En el verano de 1875, Abraham  -“Bram”- Stoker (1847 – 1912) pasa la temporada con la familia Wilde. Oscar tiene entonces 18 años, Bram, 25. Ya se conocían de algún tiempo atrás, cuando ambos estudiaban en Trinity College, donde Stoker propone a Oscar Wilde entrar a formar parte de la ‘Philosophical Society’ de la Universidad, de la que Stoker era presidente. Por aquella fecha, Oscar había conocido a Florence Balcome, la hija del Teniente-Coronel James Balcome, bautizada Florence en homenaje a Florence Nightingale, y que por entonces tenía 17 años. Oscar Wilde la describe como “el rostro más perfectamente hermoso que haya visto jamás y sin un solo penique”. Durante más de un año, Oscar visita y corteja a Florence (“Florrie” para él), compone versos para ella y pinta retratos (Uno de ellos se conserva en el Museo de las Mujeres de Irlanda). Sin embargo, en 1877, la relación termina casi tan abrupta como inesperadamente. Tal vez Oscar no se encontraba entonces económicamente solvente como para proponerla matrimonio.

Pasados unos meses, en 1878, la bella Florence ya está comprometida… precisamente con Bram Stoker, el amigo de su ex pretendiente. Stoker en aquel momento ya era un próspero empresario del Lyceum Theatre de Londres, propiedad de su socio y amigo, el actor Henry Irving. Desde joven, Bram Stoker había manifestado un gran interés por el teatro, y pronto se hizo crítico teatral para el Dublin Evening Mail, que dirigía el autor gótico Sheridan Le Fanu. Para entonces, Stoker ya había publicado algunos escritos: “The Crystal Cup” (1872), “The Chain of Destiny” (publicado en cuatro partes en The Shamrock) y su ensayo “The Duties of Clerks of Petty Sessions in Ireland (1879). Para leer su obra más conocida y universal, Dracula, hay que esperar a  1897.

Stoker y Florence se casan el 4 de diciembre de 1878; ella tenía diecinueve años, él treinta y uno. A pesar de haber roto el idilio un año atrás, Oscar Wilde no se sintió feliz al saber del matrimonio. De hecho, le pidió a Florence que le devolviera una cruz de oro con su nombre grabado que le había regalado. En respuesta, Florence le reclamó toda la correspondencia que le había escrito a Wilde durante los años que había durado su relación.

La vieja amistad deviene en fría tensión entre Wilde y Stoker,  ya dos importantes figuras literarias del momento en Dublín, y no se desenfrió hasta el matrimonio de Wilde en 1884 (Aunque es archiconocido su juicio y condena por homosexualidad en 1895, Oscar Wilde se casó con Constance Lloyd y tuvo dos hijos, Cyril y Vyvyan).

Litigios y versiones

El papel de Florence Balcome (ahora Florence Stoker) en la vida y obra de Bram Stoker no es meramente nominal. En 1922 (Stoker había fallecido diez años antes) Florence recibe una carta anónima desde Berlín: la carta lleva adjunto el programa de un evento cinematográfico: la proyección de ‘Nosferatu’, film que Friedrich Wilhelm («F. W.») Murnau había dirigido sin hacer mención de la obra de Stoker, en la que estaba obviamente basada. Florence no pasaba por una buena etapa financiera y, como albacea literaria de su marido, nadie le había pedido el permiso necesario para la adaptación al cine de Dracula. Mrs. Stoker emprendió entonces un litigio, representada por los abogados de la British Incorporated Society of Authors, en el que reclamaba, no sólo una compensación económica y el reconocimiento por parte de los productores alemanes de los derechos de propiedad intelectual de su marido, sino la destrucción de todos los negativos y todas las copias del film. Florence Stoker ganó  finalmente el caso en 1925, y todas las copias le fueron entregadas para su destrucción (si bien, curiosamente, hacia finales de la década de 1920 comenzaron a surgir copias nuevas… y en 1929 se proyectaba en Nueva York y Detroit).

Sí le dio en cambio los derechos de adaptación de Drácula a su amigo y vecino Hamilton Deane, actor, escritor y director irlandés, quien jugó un importante papel en la representación teatral y divulgación de la novela de Stoker.

Desde entonces, Drácula ha sido representada, cinematografiada y versionada en infinidad de ocasiones (*). Aun así, la novela gótica de Stoker conserva toda su extraordinaria fuerza y poderoso atractivo.

Paradójicamente, la versión que Florence Stoker trató de eliminar es generalmente reconocida por muchos historiadores del cine como la mejor versión de Drácula, quizás porque encapsula todo el poder y el espíritu del libro, con ese vampiro terrorífico, andrajoso y viejo interpretado por Max Shreck.

Curiosamente también, algunos estudiosos consideran que el triángulo amoroso Wilde-Stoker-Balcome es una lente a través de la que indagar en el Dracula de Stoker.

Florence Balcome sobrevivió a su marido veinticinco años. Falleció en 1937, a los 78 años. Fue incinerada en el Golders Green Crematorium and Mausoleum de Londres y sus cenizas fueron esparcidas en los Jardines del Descanso del mismo crematorio, aunque la idea inicial era la de haber unido sus cenizas a las de su marido, que se conservan en una urna en el mismo lugar. Sí descansan junto a las de su padre las cenizas de Irving Noel Stoker, que murió en 1961.

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(*) Ha anunciado pastillas para la garganta, comida para gatos, insecticida, sistemas de seguridad (“protects you against uninvited guests”) y muchos productos más. Ha sido también cereales para el desayuno (Choculas).  En las casi 170 películas friquis en las que aparece Dracula, ha sido también negro (Blacula, 1972), sordo ( Deafula, 1975, el primer film “firmado”), gay (Dragula, 1973), estrella porno (Spermula, 1975), y senil (John Carradine dejando su dentadura postiza en la mesilla en  Nocturna, 1978). Y ha coincidido en la escena con Billy el Niño, Abbott & Costello, los ‘Hardy Boys y Nancy Drew’,  y en The Outer Space Chicks. También ha sido un personaje cómico, como en la película de George Hamilton y Leslie Nielsen, o el  cariñoso abuelo judío de Los Monsters. Y hasta un dibujo animado: ‘Druckula’, por no hablar de las infinitas versiones de vampiros, desde Buffy hasta la saga de Crepúsculo.

Foto de Cederic Vandenberghe en Unsplash

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