Gracias, Finlandia, de Xavier Melgarejo.

La educación es –o debería ser- uno de los pilares en los que se sustenta la sociedad. Una sociedad formada implica una ciudadanía libre, con juicio crítico, consciente de sus derechos y libertades e, incluso me atrevería a añadir, feliz. Por ello, la educación debería ser uno de los asuntos que más nos preocuparan a los ciudadanos, quienes debemos participar activamente de ella y luchar por un sistema educativo de calidad.

El sistema educativo español es objeto permanente de debate y crítica, como demuestra el cambio constante en la legislación que lo rige desde el fin del franquismo. Las pruebas de evaluación internacionales a las que se somete nuestro sistema, entre las cuales el estudio PISA es la más conocida, arrojan resultados muy poco favorecedores para nuestro país, al situarnos muy por debajo de la media europea en rendimiento escolar en las distintas competencias (en España el porcentaje de abandono temprano de la educación se sitúa en el 17,9% en 2018).

En el entorno europeo, el país que mejores resultados obtiene desde 1980 es Finlandia. Y esto no solo es debido a su renta per cápita, su baja densidad de población o su envidiable estado del bienestar, ya que si lo comparamos con la situación de otros países escandinavos como Noruega, Suecia o Dinamarca, con economías y sociedades muy similares, observamos que los resultados de estos últimos distan bastante de los de Finlandia. ¿A qué se debe entonces el éxito del modelo finlandés? A esta pregunta responde el libro del profesor, psicopedagogo y orientador escolar Xavier Melgarejo, quien ha dedicado años a trabajar en su tesis doctoral sobre el sistema educativo de este país.

Para Melgarejo, el sistema educativo está constituido por tres subsistemas interdependientes que, idealmente, deberían retroalimentarse y funcionar de manera conjunta para lograr el mismo objetivo. Estos son el subsistema escolar, el subsistema familiar y el subsistema sociocultural. El primero estaría formado por el personal docente y los recursos materiales; el segundo por los componentes del núcleo familiar y los recursos económicos con los que cuenta; y el tercero, por las estructuras culturales y sociales de cada región: museos, bibliotecas, centros lúdicos, deportivos, etc. Cada uno de los subsistemas son imprescindibles para el funcionamiento del conjunto, que se ve resentido cuando alguno de ellos falla, como sucede en el caso español con el subsistema familiar.  Cuanto más unidos trabajen estos subsistemas, mejor funcionará el sistema educativo global.

Las claves del éxito finlandés

Dos son las claves fundamentales que posibilitan los resultados del país nórdico. La primera de ellas, es el fuerte arraigo que tiene la importancia de la educación en su sociedad y en su cultura, considerada una responsabilidad primero familiar y luego escolar, y en torno a la cual existe un amplio consenso a nivel político y social. Este espíritu no es algo que pueda inculcarse de un día para otro, pero sin duda las administraciones podrían ser conscientes de la necesidad del cambio y dar pasos en esta dirección.
La segunda clave y, quizá la más importante, es el proceso selectivo y la formación que reciben los futuros docentes. En primer lugar, la selección se realiza antes de empezar los estudios de magisterio y no después, como sucede en España. Para entrar en este proceso selectivo hay que tener una nota media de nueve. La selección de currículums es realizada por la Universidad del país con mayor competencia en educación que, además de un excelente expediente académico, busca en ellos experiencia en voluntariado u otras actividades que demuestren empatía o conciencia social. Después, los elegidos deben someterse a un examen de ingreso que consta de diferentes pruebas: una entrevista, la explicación en el aula de un tema concreto, el comentario de un libro, una prueba de carácter artístico o musical, una prueba de matemáticas y otra de competencia en el uso de la tecnología de la información.

Los alumnos seleccionados llevan a cabo una formación teórica con especial incidencia en la didáctica,  más de seiscientas horas de prácticas en centros escolares y una tesina final.

Al observar este riguroso proceso vemos cómo la profesión de maestro goza de un gran prestigio social, ya que solo pueden optar a ella los mejores estudiantes, la élite intelectual, quien está encargada de educar a las generaciones futuras.

Propuestas para España

Una vez analizado el sistema finlandés, Melgarejo es consciente de que este no puede ser traspuesto tal cual a España, ya que son muchas las diferencias entre ambos países. Sin embargo, hay muchas medidas que sí se podrían poner en marcha actualmente en nuestro país y que significarían un gran avance en la conquista de un sistema educativo de calidad. Así las sintetiza el autor:

  • Luchar contra la pobreza infantil. Conseguir una sociedad más igualitaria es imprescindible para asegurar la calidad de la educación.
  • Reconocer y amparar una gran libertad para organizarse y definir lo que es una familia.
  • Fomentar la responsabilidad familiar en la educación de los hijos, hasta conseguir que la sociedad en su conjunto asuma que las familias son más responsables de la educación que las propias escuelas. Esta es la gran tarea pendiente en España.
  • Fomentar intensamente el hábito de la lectura en el ámbito familiar, ya que se ha demostrado la relación entre la cantidad de libros en casa y la mejora de los resultados en los informes PISA.
  • Crear los mecanismos estatales que garanticen la compatibilidad laboral y la vida familiar, de forma muy especial para las mujeres.
  • Incentivar la formación permanente de la población adulta, por gran su valor ejemplar ante los niños y para evitar la dura realidad del bajo nivel de estudios de más de la mitad de la población española.

Melgarejo Draper, Xavier. Gracias, Finlandia. Barcelona: Plataforma Editorial, 2013.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio