¡Oh, ser un robot!

Ana Parra.

Aviso para navegantes: esta entrada no pretende ser un análisis de la inteligencia artificial a lo largo de la historia de la literatura, sino una invitación al género para diletantes como quien firma esta entrada.

Siempre he pensado que las personas nos aproximamos  a los géneros literarios de las formas más peregrinas. En mi caso, fue al género de la ciencia ficción. Me recomendaron que viera la serie original de Star Trek y yo, que esperaba encontrar una especie de Principitos visitando planetas, me di de bruces con una tripulación que, efectivamente visitaba planetas en la nave espacial Enterprise con la “orden de no intervención”, pero gracias a unos guionistas con una mala leche tremenda capaces de poner en evidencia mediante unos decorados que ni Ed Wood, la situación social en la que estaban viviendo: Guerra de Vietnam, movimientos por los derechos civiles… como en botica, Star Trek no carecía de nada.

 

La ciencia ficción puede ser un género en el que tiene cabida todo: desde la pura diversión hasta la sátira más demoledora. Si los autómatas de E.T.A. Hoffmann en el siglo XIX servían para mostrar el lado siniestro del ser humano, entonces, ¿qué pasa con un autor como Stanisław Lem que vivió y padeció la 2ª Guerra Mundial, que estuvo en la Resistencia y que “vio cosas que vosotros no creeríais”, parafraseando al siempre inquietante Rutger Hauer en la película de Blade Runner (versión libre de la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?)?.  En Lem hay sátira, hay reflexión, hay amor, hay filosofía y hay mucho más. No voy a hablar de Solaris, porque es una de las novelas más conocidas y comentadas de Lem y además  ha sido llevada al cine dos veces, voy a hablar de novelitas cortas o relatos como son sus maravillosas Fábulas de Robots y Ciberíada. En ellas, valiéndose de los constructores Trurl y Clapaucio que son  robots, va resolviendo preguntas filosóficas o haciendo crítica de una sociedad cada día más individualista. Uno de mis relatos favoritos es La consulta de Trurl  en la que se consigue vencer al invasor mediante burocracia.

Confieso que aunque  Ijon Tichy  (Juan Tranquilo en polaco, creo) es, de los personajes de Lem, uno de los más divertidos y la ironía de los Diarios de las estrellas da fe de ello, me gusta más el piloto Pirx, un personaje  anodino, que no destaca por nada en especial pero al que su sentido común y su ética le salvan de casi todas las situaciones. Da que pensar, ¿verdad?

 

Volviendo a las máquinas inteligentes de Philip K. Dick y dejando a un lado sus ya tan famosos androides, encontramos en sus Cuentos completos una visión futura de la humanidad nada halagüeña, un temor a la 3ª Guerra Mundial y sus consecuencias o a la tecnología sin control. Las máquinas, en muchos de sus relatos, sirven para ayudar a la destrucción de la humanidad provocada por ella misma, y en otros para poner de manifiesto hasta qué punto llega la ambición humana por conquistar y poseer a costa de todos y de todo y cómo no, para mostrar la lucha de clases, la idea de la muerte y la pérdida de la fe, que tan bien se ve en su novela ¿Sueñan los androides…? Sus cuentos hablan de planetas pacíficos invadidos porque el hombre ha agotado los recursos que tenía en la Tierra, la destrucción de la Naturaleza, guerras continuas por motivos que nadie sabe o criaturas que son capaces de adelantarse al futuro para evitar crímenes, generando a su vez más crímenes.

Sin embargo, el relato que más me gusta es aquel en que aún bajo tierra los seres humanos siguen fabricando armas para que sus respectivos ejércitos de robots se maten entre ellos en la superficie. Los robots, mucho más inteligentes y humanos que aquellos a quienes sirven, nada más salir a la superficie destruyen las armas y se dedican a cuidar el planeta, que sin la intervención humana vuelve a renacer.
La ciencia ficción es un género que nos puede gustar más o menos, pero al que no se le debe perder la pista porque nos podemos encontrar con muchas más cosas, y más interesantes,  que naves espaciales y androides asesinos.

Foto de Craig Sybert en Unsplash

5 comentarios en “¡Oh, ser un robot!”

  1. Qué maravilla, Karenina. Tienes razón, ya me habías contado todo esto en tus charlas chaladas y deliciosas, pero el texto es fabuloso y yo me lanzo a la Machado a comprarme las OOCC todos estos señores que mencionas.Tremenda decimonónica es lo que eres.

  2. ¡Muchas gracias por la corrección! No me había dado cuenta del fallo. Al tener un número más o menos limitado de palabras se quedaron en el tintero muchos autores, entre ellos Isaac Asimov con su término «robótica» y Karel Čapek, creador de la palabra «robot”. También es muy recomendable el libro de la editorial Impedimenta El rival de Prometeo. Vidas de autómatas ilustres.Ana

  3. El título de la novela de Dick es sueñan los androides con ovejas eléctricas? (aunque quizás las electrónicas sean más interesantes en la edad actual).

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