Patronato de protección a la mujer: décadas de violencia contra las mujeres

Con motivo del Día de la Violencia contra la Mujer, la Biblioteca de la UNED, con la colaboración de la profesora de Historia contemporánea, Zoé de Kerangat, ha organizado la exposición «Patronato de protección a la mujer: décadas de violencia contra la mujeres«, en la que se rescata la memoria de las mujeres que sufrieron el horror del internamiento por el Patronato y cómo lograron resistir. Se podrá visitar en el vestíbulo de la Biblioteca Central, del 4 al 28 de noviembre.

El Patronato de Protección a la Mujer, reorganizado por el régimen franquista en 1941, fue el sucesor del antiguo Real Patronato para la Represión de la Trata de Blancas (1902–1931). Su objetivo declarado era “velar por la moralidad pública, especialmente la de la mujer”, aunque en la práctica funcionó como un instrumento de control y represión del comportamiento femenino, castigando y encarcelando a las mujeres que no cumplían el modelo femenino franquista, actuando en coordinación con la Dirección General de Seguridad y el Tribunal Tutelar de Menores. La Ley de 1952 consolidó su autoridad y funciones. Entre sus tareas figuraban las acciones “preventivas y redentoras” y la elaboración de informes sobre moralidad pública, controlando aspectos como el ocio, la sexualidad, la homosexualidad, la prostitución o el aborto.

Las órdenes religiosas fueron entidades esenciales para la gestión y el funcionamiento de los centros del/asociados al Patronato como las Adoratrices y las Oblatas, así como las Cruzadas Evangélicas, las R.R. Buen Pastor y las Terciarias Capuchinas, entre otras. Eran las monjas las encargadas de los centros en los que eran habituales los malos tratos como: insultos, humillaciones y castigos físicos (de tarea de limpieza o ducha fría).

Las jóvenes, en su mayoría eran menores de edad, podían ingresar por denuncias de familiares, celadoras, visitadoras sociales o la policía, y en menor medida por decisión del Tribunal Tutelar de Menores o de forma voluntaria. Las causas más comunes eran la prostitución, la fuga del hogar, el embarazo fuera del matrimonio, o conductas consideradas “inmorales”, como bailar o salir con amigos.

El Patronato de Protección a la Mujer clasificaba a las jóvenes internadas según sus objetivos: prevención, rehabilitación o vigilancia. Cada tipo de centro cumplía una función específica dentro del sistema, como los centros de reeducación, las casas de familia, los hogares-taller o los centros maternales.

Los testimonios de las supervivientes y los informes de las religiosas revelan las formas de resistencia de las jóvenes internadas en los centros del Patronato de Protección a la Mujer. Las fugas e intentos de escapar eran frecuentes, aunque muchas eran capturadas y devueltas por la policía. En muchos casos, eran trasladadas a centros más duros y en peores condiciones. Otras buscaban casarse como vía legal para obtener la libertad y salir del internamiento.

El Patronato de Protección a la Mujer no terminó con la muerte de Franco, sino que su desaparición tuvo lugar 10 años después, con el Real Decreto del 1 de agosto de 1985.

Por último, también se va a celebrar la mesa redonda, «Funcionamiento y experiencia de un organismo represivo» el 25 de noviembre, a las 12:00, coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la Sala A de la Facultad de Humanidades de la UNED. Contará con las ponentes: Carmen Guillén Lorente (UCLM) y Consuelo García del Cid Guerra (activista) y moderada por Rocío Negrete Peña (UNED).

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