A principios del siglo XVII, John Napier, un astrólogo, teólogo, físico y matemático escocés escribía «Mirifici Logarithmorum Canonis Descriptio” y de esta forma nacieron los logaritmos. Y lo hicieron con el único propósito de multiplicar, dividir y extraer raíces de una forma sencilla, rápida y, sobre todo: segura. A partir de ese momento, y hasta la invención de la calculadora electrónica, fueron la forma dominante de realizar estas operaciones de forma «profesional».
En ingeniería, no suele ser necesario saber los resultados de las operaciones con más de 2 o a lo sumo 3 cifras significativas, y esto propició, tras el descubrimiento de los logaritmos, la inmediata invención de la «Regla de Cálculo».
La Regla de Cálculo es una sencilla tabla de madera sobre la que se colocan marcas, en lugar de sobre las posiciones de los números (como se haría en una regla «normal») sobre las posiciones de los logaritmos de los números, etiquetando las marcas, no con el valor del logaritmo, sino del propio número. Esto permite multiplicar, dividir y extraer raíces mediante el sencillo deslizamiento de dos o más de estas reglas, una sobre otra.
Formalmente se atribuye el invento de la «Regla de Cálculo» a William Oughtred, clérigo y matemático inglés del siglo XVII, si bien varios matemáticos de la época, incluido el propio Newton, diseñaron, casi de forma simultánea, instrumentos similares. Newton llevaría el instrumento hasta el extremo de resolver con él, directamente, ecuaciones polinómicas de hasta tercer grado.
Las reglas de cálculo han sido el instrumento empleado por matemáticos, ingenieros, comerciantes y todo tipo de profesionales que precisaran realizar cálculos matemáticos durante casi cuatro siglos, desde el descubrimiento de los logaritmos por Napier a inicios del siglo XVII hasta la popularización de las calculadoras electrónicas de bolsillo a finales del siglo XX.
Desde la Revolución Industrial la regla de cálculo se convirtió en un instrumento indispensable en ingeniería, de tal forma que hasta la década de los años setenta del pasado siglo, en la que fue substituida por las calculadoras de bolsillo, no había ningún ingeniero o arquitecto que no la usase y la llevase siempre consigo.
La regla de cálculo fue el objeto imprescindible para el proyecto y construcción en ingeniería civil, arquitectura, ingenierías mecánica, eléctrica, aeronáutica, naval, agronómica…
En la exposición podrán contemplarse Reglas de cálculo de diferentes formas, materiales, épocas y usos. Podrá verse su evolución histórica, conocer los principales fabricantes a nivel mundial e incluso aprender a usarlas.
Con esta exposición la E. T. S. de Ingenieros Industriales de la UNED y la Biblioteca se unen a la celebración de la Semana de la Ciencia. Se podrá visitar en el vestíbulo de la Biblioteca Central de la UNED del 31 de octubre al 18 de noviembre.