La contribución de Luis Garrido a la Sociología de la Familia

Texto pronunciado en el Homenaje a las maestras y maestros de Sociología de la Familia que se celebró en el II Encuentro Intercongresual del CI03 Familia de la Federación Española de Sociología (Congrés Català Internacional de Sociologia en la Universidad de Barcelona, 12-14 de julio de 2023)

Por Elisa Chuliá

Empiezo con un agradecimiento a los organizadores de este acto por la iniciativa del homenaje, y también por ofrecerme unos minutos para glosar la contribución de Luis Garrido a la Sociología de la Familia y destacar algunos rasgos de su figura como sociólogo. Gracias a Luis Ayuso, que ha perseguido, desde hace años, esta idea del homenaje, y también al presidente de la FES, Marius Domínguez, por apoyarla.

Son bastantes los textos publicados por Luis Garrido que analizan cuestiones directamente relacionadas con la familia española, pero querría llamar la atención sobre tres de ellos porque reúnen datos, argumentos y reflexiones que sistemática y consistentemente han ocupado y preocupado a Luis durante décadas, hasta nuestros días, hasta hoy mismo.

Estas tres publicaciones son su libro Las dos biografías de la mujer en España, publicado en 1992 por el Instituto de la Mujer, y sus capítulos “La revolución reproductiva” y “La familia estatal. El control fiscal de la natalidad”, ambos publicados por la editorial Alianza en la segunda mitad de los años noventa, el primero en el volumen titulado Salud, dinero y amor. La calidad de vida de las mujeres españolas (editado por Cecilia Castaño y Santiago Palacios), y el segundo, en el libro editado por el propio Luis y por Enrique Gil Calvo, que lleva por título Estrategias familiares.

Como en todas las investigaciones sobre la sociedad que, publicadas o no, ha llevado a cabo Luis desde que comenzó a practicar la Sociología a finales de los años setenta del pasado siglo, la aproximación analítica de las tres aquí citadas es eminentemente cuantitativa. Pero lo más destacable es que él no se limita a analizar los datos disponibles, sino que “re-crea” fuentes primarias, definiendo nuevas categorías de análisis y variables, construyendo indicadores e índices sintéticos, proponiendo nuevos formatos de expresión de la información estadística…; en definitiva, ingeniando aproximaciones conceptuales y metodológicas propias, sin someterse a las modas que empujan al uso generalizado de una técnica u otra, y resistiéndose a la tendencia de  utilizar modelos estadísticos complejos cuando no lo considera necesario. He utilizado muy deliberadamente el verbo “ingeniar”, porque Luis tiene formación de ingeniero, de “ciencias duras”, y esa carrera de ingeniería a cuyo estudio dedicó parte de su juventud ha marcado sus investigaciones sociológicas. Lo suyo es identificar regularidades sociológicas a partir del análisis de datos masivos; no ya de miles de registros, sino decenas de miles, centenas de miles, incluso millones, como cuando analiza la Encuesta de Población Activa desde sus orígenes, en los años sesenta del pasado siglo. Datos que recogen sobre todo características o comportamientos de la población, su posición social, sus estructuras de identidad y acción, que para Luis son mucho más importantes que sus actitudes y tendencias culturales e ideológicas.

En Las dos biografías de la mujer en España, Luis centra la atención en la incorporación de las mujeres españolas al trabajo remunerado. El aumento de los niveles formativos de la población femenina –el “vuelco educativo”, como él lo denomina–, cambia radicalmente las biografías de las mujeres alejándolas de su dedicación casi exclusiva al trabajo reproductivo dentro del hogar, precedido por el matrimonio. Luis distingue cohortes de nacimiento y muestra cómo se produce esa incorporación, y cómo se ve afectada por las crisis económicas, entre otros factores. Y ya entrevé los efectos de ese proceso sobre la fecundidad; es decir, la evolución hacia una natalidad muy baja de las españolas mejor formadas, que percibe como “el principio de un proceso en el que la conciencia de sus protagonistas parece que dirige los cambios de comportamiento menos de lo que resulta dirigida por ellos”. Por tanto, los cambios son previos a la conciencia de ellos; con otras palabras, en su análisis, la estructura es previa a la cultura.

En “La revolución reproductiva” retoma esta cuestión. Ofrece aquí un análisis de la familia como empresa dedicada a un tipo específico de reproducción, concretamente la humana, explicando los cambios (demográficos, económicos, funcionales) que ha sufrido esa empresa durante las últimas décadas y las consecuencias de tales cambios, singularmente el aumento del tiempo dedicado al trabajo retribuido y el descenso de recursos de las familias para ser dedicados a la función reproductiva.  (Por cierto, el concepto de “revolución reproductiva” acuñado por Luis sería posteriormente utilizado por Julio Pérez Díaz y John MacInnes para dar nombre a su conocida teoría de la revolución reproductiva, refiriéndose explícitamente a Luis como “precedente claro” de esa propuesta teórica).

Y en “La familia estatal. El control fiscal de la natalidad”, Luis enfoca la atención sobre el papel del Estado en la evolución de las familias. Explica en este texto cómo la familia, el ámbito en el que las relaciones de dependencia se basan en los dones, sin exigencia de retribución específica ni inmediata, ha ido transfiriendo la cobertura de esas dependencias al Estado mediante el sistema fiscal. Mantiene que estos procesos de transferencia de los riesgos familiares al Estado acaban proporcionando libertad concreta, independencia de acción a los miembros de la familia, pero también dificultando la natalidad, al tiempo que desplazan progresivamente la importancia del matrimonio. Y ello porque el Estado, que ha asumido funciones que antes cumplían las familias proveyendo unos servicios que procuran seguridad presente y futura, tiene una preferencia por los dependientes existentes –es decir, personas enfermas, desempleadas y, sobre todo, mayores– sobre los dependientes potenciales (niños); una preferencia que no hace más que agudizarse a medida que la población mayor cobra creciente peso en el cuerpo electoral.

En definitiva, los temas que preocupaban a Luis hace 25 años estaban muy relacionados con los cambios familiares y, en particular, el descenso de la fecundidad entre las mujeres mejor formadas. Y son esos los temas que le siguen preocupando intensamente, hasta el punto de levantarse con frecuencia de madrugada y arrancar el SPSS, superando lo que él llama “miedo analítico” (el temor a descubrir en los datos fenómenos que le inquietan, y hasta disgustan). Y es que a Luis le parece dramático, quizá hasta trágico, que las mujeres que más se han esforzado y esfuerzan en mejorar sus cualificaciones, sus conocimientos, su cultura, en contribuir al crecimiento de la economía y a la financiación del Estado a través de sus impuestos, se queden sin hijos o con menos hijos de los que desearían.

Se podrán compartir más o menos las consecuencias o implicaciones de orden social, económico y político que Luis deriva de los datos, pero sobre el rigor, la calidad y la nitidez analítica de estos caben pocas dudas. Luis ha repartido y sigue repartiendo esos datos que él compone y reordena, que él escarba y trilla de muchas fuentes (en particular, de la EPA), entre todo aquel que se los pide porque entiende que el conocimiento hay que difundirlo, que la Sociología no puede guardar estratégicamente los hallazgos esperando la oportunidad de publicaciones de alto impacto que, al final, carecen de la suficiente difusión y capacidad de transferencia social.

Muchos somos los que nos hemos beneficiado de las tablas y gráficos sobre demografía familiar que nos ha preparado Luis para responder a preguntas que le hemos planteado, y también de sus explicaciones y reflexiones. Estos dones que nos ha hecho de sus conocimientos y de su tiempo constituyen una demostración de la mejor amistad que cabe imaginar entre académicos de una misma disciplina. Demuestran su generosidad, pero también el compromiso con su país, su conciencia de servidor público y su interés genuino en mejorar la sociedad española.

Por este comportamiento tan intelectual y científicamente sólido, tan racional y analítico, y a la vez, tan apasionado, generoso y comprometido, permitidme que acabe esta intervención con dos palabras, que sé que expreso en nombre de muchos compañeros de profesión: gracias, Luis.

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