Las expectativas ante el nacimiento de un hijo: ¿realidad o ficción?

Sara Fernández Buendía, psicóloga general sanitaria y estudiante de doctorado en Psicología

La llegada de un bebé puede suponer una noticia agradable y un motivo de celebración para muchas familias. No obstante, el hecho de que sea un embarazo deseado no significa que la alegría no pueda convivir con muchas otras emociones (en ocasiones no tan agradables) que pueden aparecer durante el proceso del embarazo, el posparto y la crianza.

La maternidad y la paternidad suponen un proceso de incertidumbre y cambio constante a todos los niveles del individuo. Por sus características distintivas, el periodo perinatal que se desarrolla desde la búsqueda del embarazo, el embarazo, el parto, el posparto más inmediato y el primer año de vida del bebé, es de especial interés. En esta etapa vital, los cambios no solo tienen lugar en el cuerpo de la mujer que se queda embarazada (p.e. cambios hormonales, modificaciones en la figura corporal…), sino que también se dan una serie de procesos psicológicos muy relevantes que afectan a la identidad de las madres y a los roles que ocupan en las diferentes áreas de su vida (a nivel laboral, familiar, relaciones sociales, tiempo de ocio…).

Es importante considerar que estos cambios no se dan de forma aislada a nivel individual, sino que ocurren en interacción con los cambios que se producen en otras personas de la red de apoyo como la pareja. Se necesita por tanto de un proceso de adaptación constante que nos permita desarrollar este nuevo rol de la mejor forma posible.

En este marco de continuo cambio cabe mencionar el importante papel que adquieren muchos de los mitos de la maternidad/paternidad que todavía hoy conviven en nuestra sociedad. Existe una gran cantidad de información que nos dice cómo podemos ser “buenas” madres y “buenos” padres. No obstante, la difusión de información que es en ocasiones contradictoria, y en muchos casos, carente de evidencia científica, tiene un impacto en la salud mental perinatal. La perpetuación de estos mitos puede promover que las expectativas ante la llegada de un bebé respondan más a una película de ficción que a una realidad.

En esta línea destaca la campaña realizada por La Sociedad Marcé Española de Salud Mental Perinatal (MARES) y el Departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza, quienes describen algunas de las creencias populares que han sido catalogadas como mitos por su falta de evidencia. Ejemplos de estas son: “el embarazo ha de ser la etapa de mayor felicidad para cualquier mujer”, “el vínculo con el bebé se establece inmediatamente tras el nacimiento”, “los padres no pueden sufrir depresión posparto” o “una buena madre ha de dejarlo todo para dedicarse a su bebé”.

La imagen de las madres y padres disfrutando todo el tiempo de la llegada de su bebé y sin experimentar ninguna secuela o dificultad puede promover la aparición de sentimientos de culpa e inferioridad por no alcanzar el estándar establecido. Toda la sociedad tiene un rol importante a la hora de mostrar las luces y sombras que supone la llegada de un nuevo miembro a la familia.

Llegados a este punto, tal vez te preguntes ¿Entonces qué hacemos, asustamos a la gente?-. Bien, lo cierto es que mantener unas expectativas desajustadas sobre lo que significa ser madre o padre puede interferir considerablemente en el proceso de ajuste durante la etapa perinatal. La llegada de un bebé puede suponer múltiples ganancias, pero también tiene costes, por lo que negar o minimizar la existencia de estos últimos favorece que la persona se sienta invalidada e incomprendida.

Contar con apoyo emocional e instrumental por parte de la pareja y de la comunidad, comprender la adaptación como un proceso no lineal y tener en consideración que ante la llegada de un nuevo hijo pueden aparecer y coexistir múltiples emociones ambivalentes (alegría, orgullo, tristeza, culpa, ansiedad…), podría favorecer la adaptación y mejorar el bienestar de las nuevas madres y padres.

 

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