¿Cambian las formas del activismo juvenil tras el 15M?

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20/06/2018 – Gomer Betancor (UNED)

Otra vez topamos con las juventudes. En los últimos años, y sobre todo a partir del ciclo de protesta global abierto en 2011, acontecemos a protestas, movilizaciones y movimientos sociales en los que las jóvenes adquieren un renovado protagonismo. Jóvenes en España que ocupaban plazas y calles contra la corrupción y por una democracia real en 2011, movilizaciones con base estudiantil en Hong Kong en 2014 por un sistema democrático y un genuino sufragio universal, o protestas en 2013 encabezadas por jóvenes en Turquía surgidas por la transformación del Parque Taksim Gezi en un centro comercial. Asimismo, jóvenes en México que ponían el país patas arriba pidiendo la democratización de los medios de comunicación y el rechazo a la manipulación mediática en plena campaña presidencial en 2012 con el Movimiento #YoSoy132. También en Estados Unidos miles de jóvenes durante este 2018 han marchado por el país cuestionando el uso de las armas de fuego y exigiendo  leyes más estrictas sobre su uso bajo el hastag #MarchForOurLives.

¿Cuestiones en común? En estas protestas y movimientos las juventudes han estado en primera línea de las demandas de alto calado público en sus respectivos contextos, con el uso masivo de las redes sociales digitales pero también redes físicas de sociabilidad más amplias (que sirven como canales de transmisión de ideas), con unos estilos innovadores de reclamar las calles y ocupar el espacio público para visibilizar mediáticamente sus demandas, y poniendo en el centro del debate público temas centrales que marcan la agenda. En definitiva, cuestionando el orden establecido. Y lo hacen a través de un creciente uso de lo que Pleyers (2015) denomina la vía de la subjetividad: un activismo construido desde abajo, como experimentación, creación y experiencia vivida, empezando por cambios locales y por la máxima zapatista de “caminar preguntando”.

En ese sentido, el 15M ha constituido un acontecimiento trascendental en la esfera de la acción colectiva en los últimos años en España. Un acontecimiento clave en la reordenación del campo político, tanto en el ámbito de la sociedad civil como en el ámbito de la participación política convencional. Y uno de los elementos esenciales que atraviesa este proceso es una notable ruptura  o choque generacional, como plantea otro artículo de este blog. Este acontecimiento, caracterizado por un amplio proceso de socialización activista y de apertura de amplios sectores de población hacia las movilizaciones, ha alterado en gran medida las prácticas políticas de las juventudes[1].

No en vano, los estilos de vida y valores juveniles también han cambiado, atendiendo a las conclusiones del Informe Juventud en España 2016 (Benedicto, 2017). En el mismo podemos ver un cambio de tendencia en las identidades colectivas de los jóvenes hacia ser muy poco religiosos (menos que antes), más bien localistas en su sentido de pertenencia e ideológicamente de centro izquierda. Asimismo, la condición ciudadana juvenil se desarrolla más que nunca en un contexto de desconfianza institucional y con la emergencia de nuevos temas taponados por anteriores generaciones. Por poner algunos ejemplos: se posicionan muy mayoritariamente a favor del derecho de las mujeres al aborto, apoyan en alta medida la ocupación de viviendas vacías (apoyada ahora por un 59%), la enseñanza religiosa en las escuelas es rechazada por el 61%, o son quienes introducen en la agenda cuestiones de debate en medios como son los derechos sociales de los migrantes o de los colectivos LGTBIQ.

Así, las juventudes se interesan más por la política que antes pero lo hacen desde una posición muy crítica, como recalca Jorge Benedicto. En ese marco, el voto y la protesta forman el núcleo de la participación política juvenil. La participación en huelgas, protestas callejeras y manifestaciones se ha convertido en los últimos años en una forma naturalizada de tomar parte en el proceso político (principalmente para las jóvenes que tienen estudios superiores y posiciones económicas en clases medias y medias-altas) (Benedicto, 2017: 528 y ss.).

Los cambios recientes en las formas del activismo juvenil

Con el cambio de siglo se vislumbra un progresivo cambio en la composición interna y los repertorios de acción y organización de los movimientos sociales, dejando un hueco importante al empuje juvenil y nuevas formas de participación que terminan condicionando las estructuras de organización. Como señala Benjamín Tejerina, hay una emergencia de una nueva cultura juvenil de la política a partir del Movimiento por una Justicia Global, donde la movilización social cambia sus formas, y en la que en el seno de los movimientos sociales “la discontinuidad en la participación parece ser una característica de nuestro tiempo” (Tejerina, 2005, p. 55). Las formas juveniles de los movimientos sociales se empiezan a caracterizar por ser grupos más reducidos pero más interconectados que previamente, con participación más flexible influida por el uso masivo de TICs y redes sociales digitales, y unos debates internos más pragmáticos y menos ideológicos (Tejerina, 2005).

Estas nuevas formas las vimos en el 15M, evento cronotópico en muchas ciudades de España que significó un clima de socialización activista sin igual para muchas jóvenes, y un revulsivo en la trayectoria de otras que se decían “ya nada será igual”. Como hemos visto en trabajos anteriores (Razquin, 2017), el 15M ha implicado un desborde en lo que se refiere a una masiva entrada (y también salida) de activistas jóvenes en espacios asamblearios, ayudado por un clima de cuestionamiento general que desbordaba movilizaciones anteriores.

La participación en el 15M suponía también la socialización política de una parte importante de una generación que rompe con las formas del capital militante de la generación anterior, con un activismo reticular. Este acontecimiento marca la vida de miles de jóvenes. Y más allá de sus efectos sociopolíticos, estos cambios se reflejan en los aprendizajes colectivos e individuales, y en la generación de nuevas subjetividades.

La importancia de la inmersión juvenil para activismos derivados

Para una parte importante de estas jóvenes activistas, el movimiento estudiantil servía de primer espacio de socialización política. Un movimiento donde influye una radicalización mayor que otros colectivos sociales y que implica la construcción de distintos imaginarios que, según el caso, puede facilitar una contracultura y legado de protesta duradero.

Independiente de eso, lo que vemos en la generación activista del 15M es que la adquisición de ese capital militante ha sido esencial para el surgimiento de movilizaciones posteriores, ya que es gran parte de las juventudes que van al 15M las que después van a usar esos conocimientos, aprendizajes y habilidades en facilitar el activismo cotidiano en la marea blanca, la marea verde o los colectivos de vivienda. Especial papel han tenido estas activistas en mediaciones en colectivos de barrio y asambleas de vivienda y apoyo mutuo barriales englobadas en la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca, y que tanto han estado luchando estos años por el derecho a la vivienda digna y contra la mercantilización de nuestras ciudades.

Tampoco se puede obviar que la socialización en el 15M ha sido clave para muchas activistas que a posteriori han fortalecido los diferentes colectivos feministas y LGTBIQ. Y cuyas resonancias ha permeado a una nueva generación que ha revitalizado el movimiento y que, al calor de la última movilización y huelga del 8 de Marzo, ha puesto en el centro de la diana política la necesidad de un pacto de Estado contra las violencias machistas, el rechazo de violencias patriarcales cotidianas o el rechazo a la LGTBIfobia, entre otras opresiones patriarcales.

Por todo lo anterior, el 15M ha supuesto un clima aglutinador que genera movimientos derivados (McAdam, 2002), ya que la vinculación de estas activistas en el 15M, por sus formas y cercanía en el tiempo, ha sido crucial para facilitar el enganche posterior en otros movimientos y el mantenimiento de redes de acción colectiva que a día de hoy combaten por despatriarcalizar la sociedad, plantear viviendas dignas para todas y por okupar y autogestionar centros sociales en nuestros barrios.

En esa línea y rescatando a Alfonso Ortí (2008), apuntamos como hipótesis a futuro que este clima social ha generado un espacio histórico de ruptura política con el régimen anterior, emergiendo experiencias comunes inherentes una nueva generación que les predispone a una forma de pensar y proyectar el futuro, incorporando nuevas subjetividades. Una nueva generación para la cual el 15M ha supuesto una ruptura vital, y que será clave analizar a futuro para poder entender los cambios que se están produciendo en el ámbito de los movimientos sociales.

Referencias

– Benedicto, J. (Dir.) (2017). Informe Juventud en España 2016. Madrid: INJUVE.

– Betancor, G. y Prieto, D. (2018). El 15M y las juventudes: entrada y salida en los espacios activistas e impactos biográficos del activismo. En Pensamiento al Margen, 8, pp.161-190.

– McAdam, D. (2002). “Movimientos iniciadores y movimientos derivados: procesos de difusión en los ciclos de protesta”. En Traugott, M. (Ed.). Protesta Social. Repertorios y ciclos de la acción colectiva (243-270). Barcelona. Hacer.

– Ortí, A. (2008). “El saber social como complejidad concreta: realismo crítico y pluralismo cognitivo en la reflexión metodológica de Miguel Beltrán”. En VV.AA. Sociología y realidad social. Libro homenaje a Miguel Beltrán Villalba. Madrid: CIS.

– Pleyers. G. (2015). “Volverse actor: dos vías para los movimientos sociales en el siglo XXI”. En Revista de Estudios Sociales, 54, pp. 179-183.

– Razquin, A. (2017). Didáctica ciudadana. Granada: Editorial Universidad de Granada.

– Tejerina, B. (2005). “La movilización social: de la cultura política a la cultura de la política”, en CEIC. Hacia una nueva cultura de la identidad y de la política. Tendencias en la juventud vasca. Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.

[1] Las reflexiones de este texto parten del artículo más amplio, escrito junto a David Prieto, titulado “El 15M y las juventudes: entrada y salida en los espacios activistas e impactos biográficos del activismo”, en Pensamiento al Margen, nº 8, pp.161-190. Disponible en: https://pensamientoalmargen.com/2018/05/01/politica-en-movimiento/

Imagen de portada reproducida con fines exclusivamente académicos y educativos

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