Cuando llueve en Santiago
me empapo de tu ausencia
y todas las piedras
en las que dejamos huella
lamen la suela
de mis zapatos gastados
por arrastrar sueños
y soñar futuros.
Pues resulta que hoy
lo quiera o no
soy solo pluscuamperfecto
de un verbo cualquiera
y hasta la catedral
se me hace pequeña
al lado de esta profundidad
que llevo en el pecho.
Y es que todos los rincones
en los que alguna vez nos quisimos
viven de luto en platerías
y lloran el musgo
contando las noches
de este campo de estrellas.
Y vuelvo a las suaves plazas
talladas en siglos
por dioses y héroes de lo antiguo
y te busco en las terrazas
en las que alguna vez
nos creímos invencibles de amor
Pero no estás.
Cómo vas a estar.
Te pinto alas en la espalda para que te des la vuelta
y me mires
y no sientas culpa
y me veas
y recuerdes
que este lugar
aunque de mil almas
también lo es de las nuestras.
Y sí, es cierto.
Aún te lloro.
No porque duelas,
que también.
Sino porque has hecho ruina
la ciudad más bonita
que ha visto mi vida.
Autor:
Antón Recamán
Subido por:
Marisa Lozano