No dejes de darle cuerda a mi corazón, allá en la madrugada cuando la luna sonríe sola imponiéndose a las estrellas. Dibuja entonces de cálida ternura mis sueños; dedícame además, sin prisa, una mirada certera cuando el cielo destiñe y comienza otra jornada. Por si bosteza, no dejes entonces de darle cuerda a mi corazón, comprueba de nuevo que sea nítido su tic-tac en las tardes inciertas, que exprese con armonía su ritmo exclusivo para ti. Con las nubes cambiantes, también en el crepúsculo, con lluvia y a pleno sol, está aguardando ese nuevo guiño tuyo, el roce preciso de tus manos. Ese gesto que insufla mi aliento, ese hechizo solo nuestro, no olvides nunca darle cuerda a mi corazón, como nadie más que tú sabe hacerlo…
Autor:
Paul Kremer
Subido por:
Juan Carlos García Sanrafael