La incomprensión del brócoli
En una mañana pasé a ser el guay del insti.
Estaba en mi último curso y la EBAU nos pisaba los talones. Los nervios eran visibles. Yo aún no sabía que iba a escoger. Había elegido el científico-técnico, pero no me veía estudiando cuatro años más. Los empollones de mi clase no dejaban de fantasear con cómo sería ir a la uni y los que iban a repetir se pasaban la mañana fumando porros sin que los pillasen. Después de siete años en el mismo centro, se me hacía raro tener que dejarlo.
Un día me sorprendió que una compañera me pidiera los apuntes de lengua. Cuando se los dí, flipó. Me dijo que estaban muy bien organizados y explicados, que qué hacía en ciencias, si tenía alma de poeta. Aluciné. Nadie nunca me había dicho cómo era.
Al día siguiente, esa misma compañera me encontró ahorcado en el baño.
Autora
Marí Fazona
Subido por
Rafael Sánchez Pérez