Título
A un cortijo
Dolientes, punzantes, se asomaron recuerdos
a terrazas, balcones, que son sólo cuentos;
lo incierto, lo obscuro, se sentía en el pecho;
aleteos pequeños que esencias mantienen
a través de los tiempos que no se detienen.
Luchando soñé, luchando la casa,
una morada que en pie permanece
y grita a medias, a medias grita,
entre alimañas y algunos hombres,
de árboles brazos, quizás unas voces.
En el tiempo de estío, cálido el pecho
y los niños durmiendo en el agua,
abrigados por la fuente armoniosa
de corrientes que eternas corrieron,
velando respiraciones y sueños.
Al Sol hablaron gallos de antaño,
al astro que ardía tras una sonrisa;
noches de hielo tras el tintineo
y largos días de agua en las flores
de un patio que cantaba a los montes.
Majestuosos entes los árboles,
narrando batallas de otra época,
contiendas secretas de lunas ya muertas;
aires cargados de peso olvidado
buceando en cuerpos humanos.
Inviernos silenciosos llegaban
acurrucándose, juguetones;
hermosos crepitares nocturnos
del fuego en la obscura chimenea,
precediendo al sueño o pesadilla.
Pasillos de baldosas extrañas,
pasillos que nunca giraban;
habitaciones inmensas o eternas,
mirando siempre a un cielo estrellado,
profundo e invisible para el mundo.
Evocan mis ojos y también mis dolores
al árbol gigante, áquel de moras plagado;
a los álamos tristes de brazos arcanos;
a los vientos de algunas voces o sueños,
de espectros hoy ya secretos.
La familia reunida al Sol,
a la sombra del secreto nocturno,
admirando la Luna o tal vez días de lluvia;
la mesa plagada, color andaluz,
aromas de antaño…
Autora
Esther Sánchez González
Subido por
Rafael Sánchez Pérez