LLEGADA A PUERTO
Aterrizan los mares en el rostro del cielo,
poco a poco las nubes van dejando el señuelo
de su párpado limpio, de su blanco matiz
y se enredan las almas de los cuerpos heridos,
y en alba palpitan caprichosos latidos
arañando del aire palpitante el barniz.
Suavemente sirenas con sus colas marinas
cimbreantes acechan amorosas, divinas,
intentando la playa del ocaso mimar
porque acechan a veces tempestades y nubes,
se protegen el pecho con añil los querubes
intentando la arteria del amor reparar.
Poco a poco las huestes de Neptuno bracean,
y las Circes de espuma con ardor parpadean,
universos mezclados sin afán de morir
y cetáceos , y rocas, y corpúsculos varios
de la tierra y el agua nacarados rosarios
llueven perlas de azúcar suplicando existir.
Marineros y barcos agitando su pecho
sin caricia más fiera que su orgullo maltrecho
peleando en las olas por un trozo de tul,
por aquella caricia que les fue renegada,
por los puertos desiertos donde mora su amada
y bebiendo los sueños del crepúsculo azul.
Pescadoras y redes agitando sus bocas,
cada verso que grita, cada labio que tocas,
tú, poeta, lo puedes retratar en su piel
y dejar en la historia una huella más tierna
que la rabia o el odio, que la oscura galerna
que las huellas sangrantes de la furia y la hiel.
Sí, tal vez nos agiten torbellinos ajenos,
y perdamos incluso la ilusión de ser buenos,
si es que existe en el mundo la llamada bondad
porque el trueno revienta cuando el párpado estalla
y el oxígeno humano ante el miedo batalla,
y se axfixian las huestes del país libertad.
Pero amigos, amigas, naveguemos, la aurora
nos acoge en sus brazos, tierna madre y señora
esperando que demos ese paso al valor,
al valor de reírle a la Muerte en la cara
y enseñarle al Averno esa historia tan rara
consistente en los verbos de la paz y el amor.
Si algún mar nos aterra y nos quema la bruma,
protegeos, crustáceos, de la balsa de espuma,
simplemente abrazando del nadar la canción,
sin temor porque el tiempo nos traerá la respuesta,
nadaremos a puerto con la gloria en la testa,
con la manos unidas en la misma ilusión.