La movilización en el trabajo atípico: de la invisibilización al centro del debate del trabajo

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23/12/2020 – Francisco Fernández-Trujillo Moares (UNED) y Silvia Martínez García-Jiménez

Los retos y realidades generadas en los últimos años han reactivado los debates sobre la necesidad de reformular el contrato social. Como señalan las feministas, las crisis destapan las costuras del sistema; no sólo agravan las brechas de desigualdad que estratifican la sociedad, sino que, además, ponen al descubierto los procesos de vulnerabilidad social a los que están expuestos grandes mayorías sociales cuando las protecciones públicas son deficitarias. Así es, que, de nuevo, nos encontramos pensando en cuál debe ser el suelo sobre el que se fragüe un pacto social renovado, inmersos en los ritmos acelerados que impone la vigente crisis.

Sabemos, como planteaba ya Castel (1997), que la acción social del Estado exige la reciprocidad de los sujetos a través del trabajo. El problema de que la contrapartida de la acción protectora del Estado sea el trabajo, radica en que el alcance de los mecanismos colectivos de solidaridad queda supeditado a las condiciones laborales de las trabajadoras y los trabajadores.

Aceptando esta premisa teórica, se entiende que, cuando quienes trabajan se movilizan por la mejora de sus condiciones laborales, articulan simultáneamente una lucha por la mejora de sus condiciones de ciudadanía. De facto, operan como sujetos políticos que se reclaman como sujetos de derechos específicos.

Si asumimos –y así lo hacemos– que las condiciones laborales y las condiciones de ciudadanía operan como vasos comunicantes (Alonso, 2007) y que, por tanto, de la existencia de posiciones laborales diferenciales al interior del mercado de trabajo se deriva la existencia de franjas sociales débiles; aceptamos que es preciso ocuparse de examinar los procesos de reproducción de distintos modos de precarización laboral.

La efervescencia que han tomado los debates sobre la profusión de formas de empleo atípicas o, dicho de otro modo, de figuras de empleo que alteran la norma asalariada, debe ser especialmente cuidadosa la atención que se presta a las particularidades de los procesos de transformación que se están dando en el contexto de las relaciones laborales y que afectan a los lugares sociales de negociación del contrato social.

En este sentido, las trabajadoras y los trabajadores que desde la crisis de 2008 están inaugurando modos de movilización renovados y que lo hacen desde posiciones sociolaborales subalternas no son la experiencia de conflicto más frecuente, sino una excepcionalidad entre quienes tienen diferentes dificultades para organizarse y poner en marcha respuestas en el ámbito del trabajo. Dadas las condiciones de estas formas laborales ha sido fundamental para estos grupos situar su conflicto en la agenda pública y que fuera tratado como un problema social, ejerciendo presión así a la patronal y a las entidades político-institucionales para solventar sus problemáticas específicos, mejoraran sus condiciones laborales y, por tanto, su situación como parte de la ciudadanía.

El trabajo atípico en conflicto

En este proceso de ampliación de las vulnerabilidades y brechas sociales que están asociadas al trabajo, en particular a las formas de trabajo atípico –cada vez más frecuentes, por otro lado– las percepciones, atención y conocimiento de estas cuestiones son distintas, lo que lleva a que muchas de estas problemáticas estén invisibilizadas. Sin embargo, otras tantas han gozado de atención y relevancia pública, entrando en ocasiones en las agendas políticas e institucionales.

Entendemos que, entre otros factores, son los procesos de movilización y las acciones de protesta y conflicto de quienes trabajan en estos ámbitos lo que ha sido capaz de otorgar relevancia y atención a los asuntos. Como veremos, estas movilizaciones han estado caracterizadas por algunos rasgos distinguibles de otras formas de acción sindical y estos conflictos se distinguen de otros que no han disfrutado de tanta atención a pesar de su peso también importante en los procesos de transformación del trabajo.

Las movilizaciones reseñadas a continuación están caracterizadas por ser un conflicto laboral en el que la entrada de los sindicatos ha sido tardía, son procesos protagonizados por sectores considerados frecuentemente como vulnerables en el mercado laboral (mujeres, migrantes, jóvenes, etc.) y habitualmente han estado atravesadas por otras dimensiones más allá del estricto conflicto laboral (empleos tradicionales feminizados, la transformación tecnológica o lo novedoso de sus formas laborales que les sitúa en una difícil generación y adaptación de marcos regulatorios); sin embargo, todas se han situado en el centro del debate debido a las conflictividades generadas y a los procesos de movilización que les han atravesado.

El primero de estos casos sería el de las Kellys o camareras de piso, el cual es el que ha tenido hasta la fecha los resultados más importantes en términos de presencia en el debate público: académico, mediático y político-institucional. Desde 2016, año en el que se constituyeron, el colectivo de Las Kellys puso en marcha la articulación de una organización para la defensa de sus intereses y condiciones laborales y el desarrollo de acciones y movilizaciones que ponían en la agenda sus problemáticas, presionaban a la patronal hotelera y les permitía establecer negociaciones y diálogos con los diferentes gobiernos e instituciones con respecto a su conflicto laboral. A través de esto han conseguido reuniones con diferentes gobiernos, recursos, la participación activa de los sindicatos a su conflicto, la entrada en el debate público como un problema que iba más allá de su problema específico y la presencia fundamental en las redes de solidaridad entre colectivos que se han movilizado.

Otro ejemplo de un sector feminizado, en ese caso con una fuerte presencia migrante, son las diversas acciones relacionadas con las trabajadoras de la recogida de la fresa que tuvieron lugar en 2018, en su mayoría llevado a cabo por mujeres marroquíes. Durante este año se denunciaba la situación de las trabajadoras de la fresa en Huelva, en la que las temporeras habían sufrido agresiones sexuales por parte de los empleadores y graves situaciones de explotación laboral. Esta situación ha llevado a la movilización de diferentes colectivos feministas y el apoyo de sindicatos como el SAT o CNT. Así, el asunto alcanzó gran relevancia mediática –con gran presencia en los telediarios y diferentes reportajes televisivos y escritos– y la puesta en marcha de inspecciones de trabajo de oficio.

En el último año, también han puesto en marcha estructuras con un fuerte carácter auto-organizativo las trabajadoras del hogar quienes se han visto desprovistas históricamente de muchas de las coberturas y garantías asociadas al trabajo. Este es, sin duda, un caso interesante, debido al carácter invisibilizado de su trabajo y la complicada inspección y regulación de su trabajo dado el carácter privado y doméstico de su ámbito de trabajo y la atomización de sus relaciones laborales, es decir, que sean los hogares de sus contratadores sus centros de trabajo. La entrada de las plataformas digitales en este ámbito ha dificultado y complejizado sin duda sus relaciones laborales.

Como se puede observar en estos procesos, la movilización, la articulación de respuestas sindicales (sea con el apoyo de las estructuras sindicales tradicionales o no) y la organización nacida e impulsada desde las mismas trabajadoras que han activado y desarrollado su conflicto consiguiendo progresivas victorias es lo que ha hecho a estos grupos ganar la relevancia y presencia pública obtenida en los últimos años. Resulta evidente que en los ejemplos propuestos –obviamente de manera intencionada– estos serían ámbitos de trabajo fuertemente feminizados y situados en la esfera de la reproducción o el cuidado –los cuales ya de por sí mismos cuentan con una mayoritaria presencia de mujeres– (Pérez Orozco, 2014). Es importante tener esto en cuenta, ya que tanto el sindicalismo para el desarrollo de la acción sindical, las instituciones para desarrollar marcos legislativos más garantistas, estables y seguros para las trabajadoras y los trabajadores y las ciencias sociales para comprender los procesos de transformación del trabajo ante los que nos situamos deben tener en cuenta estos procesos de invisibilización.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que estas problemáticas no cuentan con una desatención constante y que en algunas ocasiones sí que se le ha prestado atención. Por ejemplo, las recientes investigaciones desde los ámbitos académicos estadounidenses –aunque estas investigaciones hayan tenido un largo recorrido, han sido recuperadas gracias a movimientos como fight for 15– han determinado el surgimiento de una serie de nuevos procesos de movilización en el ámbito laboral, dentro y fuera de Estados Unidos (Meyer, 2017). Como ha sido señalado, estos procesos han respondido a condiciones específicas de mercados de trabajo en transformación, una situación complicada para los sindicatos en los últimos años y unas condiciones concretas de la movilización alrededor del mundo. Procesos similares habrían venido ocurriendo en España, donde se han dado una serie de condiciones para que se vengan produciendo cambios en el panorama de la movilización laboral.

La aparición de estos colectivos está íntimamente ligada a uno de los principales retos del sindicalismo y de la movilización laboral en el momento actual: «formar alianzas estratégicas con otras organizaciones y movimientos sociales, mediante las que ampliar la intervención sindical más allá del ámbito laboral, reforzando su dimensión socio-política para la defensa y promoción de los derechos sociales y de ciudadanía» (Beneyto, 2017, p. 25). Asimismo, aunque el marco económico de extensión de las políticas neoliberales en el ámbito del trabajo y la situación generalizada de formas sindicales desprestigiadas y percibidas como ineficaces ante las políticas neoliberales pueden ser compartidas con el contexto estadounidense, los precedentes de la movilización social hacen particulares las experiencias de estas formas en España.

Asimismo, en los últimos meses podemos encontrar algunos espacios de carácter académico y militante que sitúan en el centro estos conflictos como una prioridad a la hora de abordar los procesos de transformación en el trabajo y las dinámicas de desigualdad a través de lo laboral. Uno sería el caso de las jornadas organizadas por La Laboratoria en las que se trataron y tuvieron la voz protagonista diferentes grupos presentes en el conflicto laboral. Otro ha sido el caso, de las jornada de sociología del trabajo organizada por el Comité de la FES (aquí se pueden ver las presentaciones en las que se hablan de diversas de estas problemáticas). Sin ir más lejos, la anterior entrada del blog del GESP, abordaba María Martínez algunas de estas problemáticas en el ámbito de la prostitución y el trabajo sexual.

Un reto también para las ciencias sociales

Como sabemos, nos encontramos en un escenario de transformación e incorporación de nuevas formas laborales, que no solo son nuevas para los marcos legislativos, sino ante las que se ven dificultadas algunos de los hábitos y prácticas la acción sindical tal y cómo hasta ahora habían estado siendo llevadas a cabo. Además estas suelen tener un carácter complejo e imbricado entre otras problemáticas, lo que hace una necesaria comprensión de las dinámicas que tienen lugar. Así, lo que nos planteamos aquí, es que debemos tener en cuenta, no solo que a algunos conflictos se les presta más atención que a otros, sino cuáles son los factores que han llevado a que esto ocurra. Es, sin duda, una tarea urgente de las ciencias sociales atender y comprender el conjunto de nuevas problemáticas asociadas a los nuevos escenarios del empleo para poder comprender los procesos de transformación del trabajo que afectan al contrato social.

Para comprender esto podemos atender a algunos procesos de movilización emergidos y articulados en los últimos años. Estos procesos han estado fuertemente marcados por darse en ámbitos con unas características específicas, las cuales hacía difícil la acción sindical en términos tradicionales, suponía un reto y un ámbito complejo para los marcos regulatorios o la creación de estos o una situación de complejidad en el debate social en torno a la relación y condiciones de estas formas laborales debido a su situación de ser formas de trabajo habitualmente invisibilizadas o con una presencia pública ignorada. Es decir, que por sí mismas, estas nuevas movilizaciones se sitúan en el abordaje de las características que le son propias.

Referencias

Alonso, L. E. (2007) La crisis de la ciudadania laboral. Barcelona: Anthropos.

Beneyto, P. (2017). Crisis y renovación del sindicalismo. Arxius de Ciènces Socials, 36-37, pp. 15-34.

Castel, R. (1997) La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. Barcelona: Paidós.

Meyer R. (2017) Precarious Workers and Collective Efficacy. Critical Sociology. 43(7-8):1125-1141. doi:10.1177/0896920516655858

Pérez Orozco, A. (2014) Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños.

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