Poner la mirada en las articulaciones

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04/04/2022 – Patricia García-Espín (UGR)

Cuando analizamos la participación en entidades asociativas, en movimientos sociales o, incluso, en instituciones de tipo municipal solemos poner el foco en las dimensiones de la cultura política, en el diseño organizativo o en la desigualdad de recursos entre los agentes que toman parte.

Desde el primer enfoque, la implicación se entiende a partir de los significados culturales que los sujetos comparten o disputan. Nos referimos a los rasgos de su identidad, sus conflictos, los discursos que movilizan en torno a una causa, las motivaciones, sentimientos o actitudes hacia los hechos políticos. Esta aproximación se concentra en la cultura política, en lo simbólico y lo discursivo. Podríamos ejemplificarla a través de los estudios de los marcos de injusticia de Gamson (1992) y su relación con el papel de la prensa, la cultura popular o la experiencia personal cotidiana.

Desde el segundo enfoque centrado en la cuestión organizativa, la implicación se aborda a partir del entramado de órganos, estructuras, relaciones formales e informales y prácticas deliberativas entre los miembros de un colectivo. Por ejemplo, Paul Lichterman (1998) en “What do movements mean?” examina lo que se entiende por democracia en distintos grupos. Mientras que para unos se trata de estructuras jerarquizadas con prácticas de debate y acuerdos sobre unos objetivos comunes, en otros casos se prioriza el trabajo asambleario y horizontal. Algo similar nos muestra Francesca Polletta en Fredom is an endless meeting. La observación minuciosa de las prácticas organizativas revela aspectos de la actividad sociopolítica que los discursos no necesariamente expresan.

Un tercer enfoque es el que prioriza el análisis de los recursos para la movilización. Se entiende así que las organizaciones y los espacios participativos demandan una serie de recursos sociopolíticos que permiten a algunas personas prosperar con mayor facilidad; también generan bienes colectivos que son socializados. Podríamos pensar aquí en la obra clásica de Verba, Schlozman y Brady (Voice & Equality, 1995) y su modelo del voluntarismo cívico que nos recuerda la existencia de algunos bienes especiales -y distribuidos desigualmente – como el dinero, el tiempo libre, el interés político o los contactos, que predisponen en mayor o menor grado al involucramiento.

Estas tres perspectivas ofrecen marcos teóricos generales para entender la participación sociopolítica en sus modalidades no electorales, es decir, aquellas con una estructura de costes exigente. Sin embargo, el campo de la investigación no acaba ahí y es plausible pensar en otros modelos adicionales. Me refiero aquí concretamente al enfoque de las articulaciones que desarrollo con más detalle en el libro “Las articulaciones de la participación” (2021).

El concepto

El concepto de articulación hace referencia a los vínculos, ligaduras o lazos de la implicación sociopolítica con otras regiones de la vida social, particularmente el trabajo, el hogar y el ocio. Esta noción no es completamente nueva (de hecho, ocupa un lugar destacado en el modelo del voluntarismo cívico), pero subraya una dimensión poco explorada a pesar de su trascendencia. Implica poner la mirada sobre esos intersticios que vinculan la actividad sociopolítica con esos “otros lugares” vitales a los que dedicamos buena parte de la jornada.

La idea de articulación tiene orígenes antiguos. Podríamos decir que Alexis de Tocqueville en su Democracia en América (1835) hace una clara apuesta por entender esas articulaciones, sobre todo entre la institucionalidad política y la vida económica. El autor se preguntaba, por ejemplo “¿Cómo afecta la modalidad de gobierno a los salarios, a la vivienda o la igualdad entre hombres y mujeres?”, girando su atención hacia esos cruces de lo político con otras instancias vitales.

Pero es claramente el marxismo de los años setenta en adelante el que pone la bombilla sobre el concepto de articulación (Poulatzas, 1972; Therborn, 2015). Stuart Hall (1996), por ejemplo, la define como una “una metáfora usada para indicar las relaciones de vinculación y efectividad entre diferentes niveles”. También como el conjunto de “mecanismos” que conectan instancias sociales formando una unidad compleja. Esta puede ser representada como un “vehículo articulado” cuyas piezas de inserción conviene examinar. Así, esta herramienta conceptual es valiosa si queremos abordar el amarre de la acción participativa con “las condiciones materiales de existencia”, con la producción y reproducción de la vida, si bien las formas de amarre no son sencillas, ni evidentes a priori.

El feminismo también ha desarrollado esta noción al estudiar cómo la implicación política se compatibiliza con las responsabilidades domésticas, en lo que Marina Sagastizabal (2019) ha denominado “la triple presencia” de las mujeres. Las articulaciones son entendidas aquí cómo la posibilidad de compaginar (o no) la carga doméstica con una vida política activa. Engloban estrategias de conciliación, compartir la tarea con otros familiares (sobre todo mujeres), la organización minuciosa del horario y las tareas, la autodisciplina en su realización, la resistencia ante la fatiga… Estrategias de articulación casi siempre difíciles.

Finalmente, Bourdieu (1981) y su teoría de la dominación política también ayuda a perfilar ese modelo de análisis concentrado en las articulaciones. Para este autor, los capitales (bienes especiales asociados a un campo) viajan y circulan entre espacios de acción diferentes. A modo de ilustración, las competencias, saberes o contactos que se adquieren en el mundo de los negocios pueden usarse con enorme rentabilidad en lo político. Esas competencias y recursos viajan, modificándose por el camino y adaptándose a las reglas del nuevo escenario. Bourdieu aporta una visión de las articulaciones como proceso de circulación de competencias entre unos espacios sociales y otros.

Encajes cotidianos e históricos

Al final, estas herramientas teóricas nos llevan a pensar la implicación sociopolítica como ese “vehículo articulado” de Hall, que debe encajar de alguna manera con el trabajo retribuido, la carga doméstica y el ocio. Pero esos encajes tienen dos características: a) se dan en el día a día, en nuestras prácticas cotidianas y b) son radicalmente históricos, varían según la época. En este sentido, cabe hacer algunas consideraciones sobre las articulaciones actuales.

Primero, en cuanto al trabajo retribuido, no debemos olvidar que ocupa entre 7,7 y 6,7 horas de media entre las personas adultas en situación de empleo,[1] es decir, alrededor de un tercio de la jornada (de lunes a viernes) y con un creciente peso de los desplazamientos. ¿Cómo se conecta, entonces, con la implicación? Pues bien, al menos en el caso de la participación comunitaria de tipo institucional que yo he observado con especial atención, vemos el gran valor que se otorga a las competencias de tipo profesional, técnico y/o burocrático asociadas a oficios con elevada certificación escolar (por ej.: la abogacía). Esas habilidades tienden a viajar al escenario participativo deparando posiciones dominantes. Otra observación es el mejor encaje de la implicación con trabajos de horario flexible y gestionados con autonomía. Estos vínculos nos alertan sobre la dificultad de tomar parte cuando se tienen horarios extensos, inflexibles y en oficios actualmente menos prestigiados.

Segundo, aunque numerosos estudios ponen de relieve el problema de conciliar los cuidados y una participación sociopolítica activa, también identificamos estrategias y propuestas que desmienten que esa tensión sea inevitable. En el caso estudiado de los concejos abiertos alaveses, por ejemplo, se exponía la necesidad de servicios de atención a la dependencia flexibles y fiables que permitieran liberar tiempo a las personas con esas responsabilidades. Pensemos, por ejemplo, en la creación de una red flexible de profesionales de cuidados, a la que pudiera acudirse para actividades de participación. ¿Por qué no podría existir ese servicio de manera profesionalizada, con garantías y acreditado por las instituciones públicas?

Menos problemática es, finalmente, la articulación con el tiempo de ocio. De hecho, de manera recurrente observamos que participar da lugar a relaciones amistosas, vínculos de confianza, de apoyo mutuo y contactos sociales. También produce otras actividades de ocio adicionales (pensemos, por ejemplo, en la asociación de vecinos/as que consigue que el Ayuntamiento habilite un parque infantil o que se mantenga un festejo barrial). Los efectos relacionales y de ocio que resultan de la implicación están adquiriendo creciente importancia, especialmente en el marco de unas sociedades que se perciben solitarias tanto en las ciudades como en el medio rural.

En suma, cuando pensamos los fenómenos participativos conviene no solo analizarlos desde la cultura política, las formas organizativas o los recursos para la acción, sino que también es provechoso poner la mirada en esos intersticios que unen la implicación con la vida laboral, doméstica y el recreo.

Bibliografía

Bourdieu, Pierre. «La représentation politique.» Actes de la recherche en sciences sociales 36.1 (1981): 3-24.

Gamson, William A., et al. Talking politics. Cambridge university press, 1992.

García-Espín, Patricia. Las articulaciones de la participación: Una etnografía de la democracia directa en concejos abiertos. Vol. 324. CIS-Centro de Investigaciones Sociológicas, 2021.

Hall, Stuart. “Race, Articulation, and Societies Structured”. En: Baker, Houston A. et al. (1996). Black British cultural studies: A reader. Chicago: University of Chicago Press.

Lichterman, Paul. «What do movements mean? The value of participant-observation.» Qualitative Sociology 21.4 (1998): 401-418.

Poulantzas, Nicos. Poder político y clases sociales en el Estado capitalista. Siglo xxi, 1972.

Sagastizabal, Marina. «La triple presencia. Un acercamiento a la participación sociopolítica desde una perspectiva feminista.» Política y Sociedad 56.3 (2019): 779.

Therborn, Goran. La ideología del poder y el poder de la ideología. Siglo XXI (Sociologia y política), 2015.

Tocqueville, Alexis de. La democracia en América. Fondo de Cultura Económica, 2020 [1835].

Verba, Sidney, Kay Lehman Schlozman, and Henry E. Brady. Voice and equality: Civic voluntarism in American politics. Harvard University Press, 1995.

Fuente foto: Juan Ramón, Flickr 19/07/2013



[1] Hombres y mujeres, respectivamente. Datos del INE, Encuesta de Población Activa 2020.

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