El verso que nunca escribo,
La rima que nunca busco,
Las flores que no conozco,
La sensación que descubro;
Los nombres que aún barajo,
La estrofa que nunca reflejo,
La sombra que ya nunca alcanzo,
Amanecer y crepúsculo.
Las sílabas que esconden tu nombre,
La coma que el texto repite,
Melancolía que te describe,
Dado que juego sin suerte;
Soneto que vuelve a perderse,
Frases que no saben olvidarte,
Canciones para mecerte;
Estrella en la noche, tu puente.
Los sueños que siempre inspiras,
y tu nombre no aparece;
Mis deseos cuando brindas
y las noches palidecen.
Palabras que las sombras susurran,
Reposa tu piel, se adormece
y aguarda las manos que la acaricien.
Sustantivos que seducen,
Adjetivos que no mienten,
Verbos que no se diluyen
allí en tu niebla, cada otoño.
Anónima, siempre, en todos estos poemas.
Flota por océanos y madrugadas,
la seda de tu nombre.
Incansables de soñar, apelativos que invento
a ti vuelan, y te alcanzan;
páginas por escribir
te rodean en tu lecho,
sábanas que te desean,
blancos folios que te abrazan,
renglones que respiran
en calma, enamorados siempre, como ahora,
junto a tu cuerpo, mi cuerpo...
