Si dejara de escribirte,
si dejara por ti de brindar,
si dejara de soñarte,
si dejara de dedicarte
instantes,
seguirías aún siendo musa.
Cuando me envuelven tus rizos, me atrapan de nuevo,
Cuando el viento tiene por brisa el sabor de tu piel,
Cuando el eco ríe claro con el son de tu voz,
Cuando la noche reluce como estrella en tu mirada,
sigues siendo la musa que a mi lado respira.
Ahora que desbordas luz y color lienzo tras lienzo,
Ahora que el óleo con precisión te define,
Ahora que el temple acaricia tus rasgos,
Ahora que vives en paisajes, mar e interiores,
musa proclamo, como musa te impones.
Por galerías desfilas y rozas los marcos,
Por frías baldosas avanzas despacio,
Por el silencio prosigues absorta,
Por tu presencia seduces serena,
y Simonetta, musa, en su siglo sonríe;
y Simonetta rival, aliviada, suspira por alejarte.
No plasmo aquí mi texto con tinta simpática,
que piso hondo para dejar grabada tu huella
y entrego sangre en cada trazo,
indelebles de tus ojos el brillo,
el pincel gritando «musa»,
la acuarela sollozando,
claroscuro de mi pluma
que te besa sin descanso,
que osa, repite e insiste
que no caduca tu encanto,
que no perece el hechizo.
Musa serás, siempre musa, en mis brazos y en mis labios…
Autor :
Paul Dumas Kremer
Subido por:
Marta González García