Revista Literaria de Estudiantes de la Facultad de Filología – UNED

Azulejo

(XXXVIII) AZULEJO

Mi madre sabía que se iba a morir.

 

Mi madre sabía

que sobrevivir cansa

y que es complicado

robarle tiempo al monstruo

que te come

de sur a norte

y vomita entrañas

sobre el azulejo húmedo del baño.

 

Qué habrías hecho tú

con más tiempo entre los dedos.

 

No somos conscientes

de lo bello que es

ver como baila el tiempo

entre las yemas

de los dedos

de una madre.

 

Mi madre sabía

que estaría ausente

la mayor parte de mi vida

pero arañó

todos los segundos que pudo

al pellejo de la bestia

que le crecía en el pecho.

 

Quiero creer

que todavía hoy

lleva bajo las uñas

la marca de la batalla.

 

No me da miedo reconocer

que el tiempo que mi madre

conquistó

fue para dármelo. Ella es así.

 

No me avergüenza decir

que sepulté tu última caricia

entre el lino

de la caja invisible

que guardamos tras el mármol;

no quería que tu muerte fuese mi olvido.

 

Mi madre llevó

durante un tiempo

el corazón transparente y las venas de plástico

para ganar la batalla

que sabía perdida.

 

Ella quería más tiempo

aunque sabía

que se iba a morir,

que sobrevivir cansa,

que es complicado,

y que es derrota.

 

Cuando íbamos al mercado

pasábamos por una pared

llena de grietas

de las que crecían flores blancas

y yo iba de su mano

y su mano era el refugio del silencio

y allí no llovía

ni me dolía el pecho.

 

Yo arrancaba una flor

y al quitarle los pétalos

uno

a

uno

cantaba te quiero,

te quiero más.

 

Así nunca perdía.

 

Ahora paso

por la pared llena de grietas

y veo flores enteras.

 

Ya no las arranco

porque te siento en ellas

entonces sonrío

y sigo el camino

porque yo soy tu tiempo

y porque llevo

tu vida

guardada en el pecho.

 

De su blog:  https://retazosdemisyoes.com/2018/06/12 xxxviii-azulejo

Autor:

Antón Recamán

Subido por:

Marisa Lozano Fuego